No es extraño dar cuenta de que algún insecto se encuentra dando vueltas o chocando alrededor de las lámparas que se encuentran encendidas. Tampoco es extraño mirar cómo se precipitan hacia el suelo o se quedan quietas cuando las luces se apagan. Aunque se trata de una escena bastante común, en realidad no es tan obvio.

Se trata de un método que utilizan los insectos de hábitos nocturnos para guiarse por luces para conocer su propia posición. Sin embargo, al pensar en que de forma natural la única luz intensa disponible sería la luna, es posible comprender la magnitud del problema que enfrentan los insectos nocturnos en nuestros días. Al tratarse estas luces de las únicas guías disponibles para orientarlos, estos confían en la dirección y permanecen en contacto con luces artificiales que confunden su sistema de navegación natural.

Otras teorías apuntan hacia las frecuencias de color que emiten las flores de las que se alimentan algunos insectos como un factor determinante en la confusión que producen las luces intensas. Sin embargo se ha hallado que los insectos tienen gran diversidad de preferencias sobre el tipo de luces a las que se acercan, incluyendo el color y la frecuencia.

Y aunque la atracción de los insectos por las luces brillantes se ha sabido aprovechar en lámparas que los eliminan, aún se sabe muy poco sobre las verdaderas razones por las que los insectos deciden acercarse a estas. Se conoce ya la importancia de varios insectos para la polinización de diversos cultivos y conocer más acerca de sus hábitos y el tipo de luces que se utilizan de forma común sea quizás una gran forma de contribuir a que concluyan su trabajo sin perder el camino por las noches.

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